
Cuando escuché que Francis Ford Coppola estaba trabajando en Megalopolis, la expectativa fue enorme. Después de todo, Coppola es uno de los cineastas más venerados de la historia del cine, con obras maestras como El Padrino y Apocalypse Now en su haber. Pero lo que nos presenta en Megalopolis es una película que, francamente, se siente más como una enorme oportunidad perdida que una obra de arte.
La premisa de Megalopolis, que busca mezclar la grandeza de la antigua Roma con una visión futurista de Nueva York, es fascinante. El concepto tiene todo el potencial para ser algo épico, pero lo que finalmente nos ofrece Coppola es una película caótica, confusa y difícil de seguir. La narrativa se pierde en medio de ideas desordenadas que nunca logran despegar. En lugar de ser un viaje visual y emocional impactante, la película se siente más como una serie de escenas sin conexión, que terminan aburriendo en lugar de enganchar.
Las actuaciones, que contaban con un elenco de renombre como Adam Driver, Giancarlo Esposito y Nathalie Emmanuel, son una de las mayores decepciones. La mayoría de los personajes parecen planos y sin vida, con actuaciones que se sienten más como si estuvieran recitando líneas en lugar de interpretar a sus personajes. Driver, conocido por su capacidad para transformar sus roles, aquí no parece conectar con su personaje, y es difícil creer en la tensión que intenta crear.
La dirección de Coppola, que ha sido tan brillante en el pasado, parece desmoronarse bajo el peso de la ambición de la película. Las escenas de acción son desordenadas y mal coreografiadas, y la cinematografía, aunque grandilocuente en algunos momentos, no tiene la misma magia que vimos en sus trabajos anteriores. La película tiene momentos visuales impactantes, pero no están acompañados de una narrativa que los respalde de manera efectiva. Es como si la forma estuviera muy por delante del fondo, lo que termina dejándote con una sensación de vacío.
Además, Megalopolis no logra transmitir la magnificencia que pretende. En lugar de mostrar una ciudad futurista llena de posibilidades y sueños, nos presenta una especie de espacio frío, deshumanizado, que nunca llega a conectar con el espectador. Y cuando la película parece estar a punto de deslumbrarte, termina perdiéndose en giros narrativos innecesarios que sólo contribuyen a hacerla más confusa.
A nivel de taquilla, Megalopolis también ha sido un fracaso rotundo, recaudando solo una fracción de su presupuesto en su primer fin de semana, lo que refleja las expectativas incumplidas por parte del público. Personalmente, no me sorprende en lo más mínimo. Es una película que, en lugar de ser una experiencia inolvidable, se convierte en una distracción que te hace preguntarte cómo una producción tan prometedora puede resultar tan desaprovechada.
En resumen, Megalopolis es una gran decepción. A pesar de su impresionante premisa y de un elenco con mucho talento, la película no logra cumplir con las expectativas. Si eres un fanático del cine de Coppola, lo más probable es que salgas del cine sintiendo que has visto una sombra de lo que pudo haber sido una gran obra. La película está llena de fallos narrativos, malas actuaciones y una dirección que se queda corta. En definitiva, no es una película que recomendaría. Hay mejores maneras de invertir tu tiempo en la pantalla grande.